El futbol como agente de cambio
En un pueblo donde la agricultura de bajo rendimiento, particularmente de maíz, y los ingresos obtenidos por la elaboración de artesanías constituyen la actividad económica fundamental, una organización sin fines de lucro busca cambiar la vida de las mujeres por medio del deporte.
Mujeres, Lucha y Derechos para Todas, AC (MULYD) es una organización sin fines de lucro formada por Guadalupe García Álvarez, una entusiasta joven mazahua becaria del programa de Educación Sexual de Semillas, que busca cambiar las condiciones de discriminación y violación a sus derechos que viven las mujeres de San Felipe del Progreso, Jocotitlán, Atlacomulco y Temascalcingo en el Estado de México, con estrategias de empoderamiento tan innovadoras como el balompié.
“Las estructuras sociales son sumamente machistas en términos del futbol, y en el contexto indígena de condiciones de pobreza extrema, con una gran marginación, pues las condiciones son mucho más conservadoras. ¿Qué las mujeres no pueden hacer?, ¿qué las mujeres sí deben de hacer?, pues está conformado por reglamentaciones culturales que parten del género.
Es muy impresionante ver cómo gran porcentaje de las niñas a partir de 14 años ya tienen como destino casarse y hacerse cargo de su familia. A partir de esta organización, Mujeres, Lucha y Derechos para Todas, es que se ha buscado al deporte como un instrumento para poder llevar talleres e información hacia las niñas con el objetivo de mostrarles sus derechos sexuales y reproductivos”, explicó Daniela Hinojosa, profesora e investigadora en género y deporte, durante la segunda mesa del Primer Congreso Interuniversitario “Pensar el Futbol: desde el aula, la cancha y la grada”, titulada “Mujeres en el Futbol”, llevada a cabo el jueves 10 de mayo de 2018 en las instalaciones de la Universidad Iberoamericana (IBERO).
Foto: @mulyd_ac
Los mazahuas (el término náhuatl "mazahuacan" quiere decir “donde hay venado”) son el pueblo indígena más numeroso del Estado de México y de Michoacán. En 2005, el II Conteo Intercensal de Población y Vivienda registró a 95,411 personas hablantes de su lengua en la región noroccidental y centro-occidental del estado, mayoritariamente en Villa Victoria, San Felipe del Progreso, San José del Rincón, Donato Guerra, Ixtapan del Oro, Villa de Allende, Almoloya de Juárez, Ixtlahuaca, Temascalcingo, El Oro, Jocotitlán, Atlacomulco y Valle de Bravo.
“Esta población primero llegó a Toluca, luego saltó a la Ciudad de México, más tarde se fue a ciudades remotas como Guadalajara y Monterrey y, ahora, en este siglo XXI podemos encontrar mazahuas en casi todas las ciudades del país. Los mazahuas han hecho de las ciudades un segundo territorio en el que viven y en donde encuentran compradores para sus mercancías: muñecas de trapo, cintas bordadas, bolsas de mano, juguetes, manteles individuales, tapetes y sarapes, suéteres de lana, escobetillas, escobas, petates o manteles individuales pintados de múltiples colores atractivos y brillantes”, informa el cuadernillo cultural “Ventana a mi comunidad: El pueblo Mazahua”, publicado por la Secretaría de Educación Pública (SEP), en conjunto con la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI).
En la organización social tradicional de las comunidades mazahuas destacan las figuras vinculadas a sus prácticas religiosas, como los mayordomos, los fiscales y los mayordomitos, que son elegidos de acuerdo a sus costumbres y con la periodicidad que marca el cargo. Sus funciones, por lo general, se refieren a la organización de ritos y festividades.
Otra característica importante es la faena, que es una forma de organización social para realizar trabajos de beneficio comunitario.
|La economía de las comunidades mazahuas se basa en la agricultura de bajo rendimiento, particularmente de maíz, cuyo cultivo constituye su actividad económica fundamental, la cual se complementa con los ingresos obtenidos por la elaboración de artesanías, así como los que consigue la población migrante, en actividades de los sectores secundario y terciario.|
La unidad social, por su parte, la constituye la familia, que puede ser nuclear o extensa. Entre ellos un compromiso de matrimonio requiere de por lo menos tres visitas previas a la casa de la novia, por parte de la familia del novio.
"El pueblo mazahua ha conservado sus expresiones culturales mediante la lengua, la tradición oral, la música, la danza, las artesanías, su forma de vestir, su visión del mundo y sus prácticas rituales y religiosas, las cuales han sido transmitidas de una generación a otra, y más recientemente, en su Centro Ceremonial. La lengua materna constituye el principal vínculo de comunicación e identidad dentro de la familia y la comunidad. Sin embargo, cada vez son más frecuentes los casos de niños que ya no aprenden o que ya no la hablan.
El vestido de la mujer mazahua constituye una preservación cultural. Está compuesto de una falda de manta blanca que remata con bordados de motivos zoomórficos o florales. Sobre esa falda, usa otra de satín, de colores fuertes, como el amarillo, rosa mexicano, morado, verde, lila y azul rey. La mujer mazahua también utiliza una faja de lana muy larga, hecha a mano, que alcanza para darle varias vueltas a su cintura. La blusa es del mismo material y color que los de la falda. El vestido se adorna con un collar de cuentas de papelillo, de numerosos hilos, cuyo color contrasta con el de aquél. El adorno se complementa con grandes arracadas de filigrana y con cintas que utiliza en sus trenzas, que pueden ser de color rojo, verde o guinda.
La falta de empleos, el bajo rendimiento de la parcela agrícola y la presión demográfica, son causas de la migración tanto temporal como permanente, de hombres y mujeres mazahuas hacia los centros urbanos, principalmente a las zonas metropolitanas de las ciudades de Toluca y México”, menciona el cuadernillo antes mencionado.
“Casi un 40% de las mujeres no llegará a los 17 años sin que algún hombre haya intentado violentarlas sexualmente.
En México cada día se denuncian 80 delitos sexuales en alguna agencia del Ministerio Público del país y el 911, el teléfono de emergencias recibe casi 300 llamadas diarias relacionadas con incidentes de violencia contra la mujer, según Seguridad Pública (SESNSP).
A estas cifras hay que añadir que el 94% de las mujeres no denuncia las agresiones sexuales porque ni siquiera hay fiscales especializados o policías capaces de atender con una mínima sensibilidad las denuncias. – Jacobo García, en su artículo “Las mujeres mexicanas se movilizan contra la violencia machista”, publicado en El País –
Foto: Mulyd
“El objetivo general de esta fundación es llevar talleres y pláticas para fortalecer el conocimiento y la conciencia de las mujeres sobre el uso de su cuerpo, sobre el respeto y el conocimiento de la salud sexual y reproductiva; que no vean como destino final ser madres a los 14 años, que no vean como destino final tener que emigrar de su comunidad a la Ciudad de México para trabajar como empleadas domésticas, sino que podrían a través del futbol y la educación, lograr becas deportivas y poder desarrollarse desde otros ámbitos.
Otro de los objetivos es contribuir al ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos. Las mujeres no conocen su cuerpo y a partir del futbol, a partir de estas actividades, es que estas niñas van obteniendo conocimiento sobre quiénes son, y algo importantísimo para el empoderamiento femenino, es que puede ser considerado como respuesta a la reacción del tema de conciencia”, precisó Daniela.
Dicho programa no ha pasado desapercibido y Hazel Zamora Mendieta, del portal Cimac Noticias, medio especializado en periodismo con perspectiva de género, decidió profundizar en el tema por medio de una charla con la creadora de la institución:
“El futbol es un acto de rebeldía en mi vida”, expresó Guadalupe García, por ello decidieron organizar el torneo de soccer “Jugando por mis derechos” el 8 de marzo, a propósito del Día Internacional de la Mujer.
El proyecto tuvo gran éxito. En este torneo participaron más de 100 niñas mazahuas, quienes después conformaron la selección de niñas de su localidad, a pesar de no contar con el apoyo de la comunidad, ni de las autoridades del municipio San Felipe del Progreso por considerar que el fútbol es “un deporte para hombres”.
(…)
Este año la organización Mulyd obtuvo becas de deportistas de alto rendimiento para tres niñas, a través de alianzas con el Instituto Profesional en la Enseñanza y Formación Humana S.C (IPEFH) y el Club de Futbol Femenil Lioness; asimismo su trabajo fue reconocido por la integrante del Comité Ejecutivo de la Federación Internacional de Futbol Asociado (FIPA), Moya Dodd.
Guadalupe García dijo que el propósito de Mulyd es crear una academia de fútbol soccer, así como un refugio para mujeres víctimas de violencia intrafamiliar, que sigue siendo unos de los principales problemas que enfrentan las indígenas mazahuas”, se puede leer en el artículo “Niñas mazahuas olvidan su entorno violento con fútbol”, publicado el 6 de diciembre de 2016 en la página web cimacnoticias.com.
La Agence France Presse (AFP) también le dio seguimiento a lo realizado por Guadalupe y publicó un artículo titulado: “La entrenadora que empodera a niñas mazahuas con el futbol”, que fue retomado por diversos medios como el Huffington Post y en el que se puede leer lo siguiente:
“Guadalupe García era una empleada doméstica más de México antes de que se topara con un balón de futbol. Con 1.55 metros de estatura y talla pequeña, rápidamente descubrió que estar en la cancha es "un acto de rebeldía" contra la violencia de género.
En los dos últimos años esta indígena convertida en entrenadora, de alegres ojos negros y amplia sonrisa, ha logrado que a través del futbol unas 300 niñas de la etnia mazahua del Estado de México, en el centro del país, descubran su capacidad física y a decir: "este cuerpo es mío y nadie lo toca si no quiero".
El Estado de México registra el mayor índice de asesinatos de mujeres en el país. Según el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, ahí fueron asesinadas al menos 263 mujeres en 2016.
Sus cadáveres son encontrados casi cotidianamente con huellas de violación, mutilados, semicarbonizados, flotando en ríos de aguas negras o hasta enterradas en las habitaciones de sus verdugos.
"¡Vamos a apoyarnos todas!", grita la entrenadora antes del arranque del partido de la Selección Mazahua femenina -25 jugadoras de entre 16 y 26 años- contra Hadas B, de una escuela privada de Toluca, capital del estado.
Las Hadas arrasaron 4-1 en este partido de la Liga Mexicana de Futbol Femenil, categoría Premier, disputado el domingo 29 de octubre.
Pero por encima del resultado, para Lupita, como la llaman cariñosamente, lo importante es que las chicas se sientan "empoderadas" en una región donde muchos padres de familia aún se oponen a que sus hijas "abran las piernas" en la cancha.
(…)
La capitana del equipo en ese momento, Ivette, marcó el gol de la honra de las mazahuas en el partido disputado en un campo rodeado de mazorcas de maíz secas.
"Los hombres aprenden a ver que una es capaz", comenta esta goleadora, que entra al campo con los labios pintados de un coqueto color anaranjado.
Si el hombre "toca el balón, nosotras también, (si) él se pone shorts, nosotras también", dice retadora Rocío, quien ha conocido vecinos que "a sus hijas no las dejan (jugar) porque van a venir a abrir las piernas".
Otro de los frutos del trabajo de Lupita es Liliana González, de 14 años. Es portera estrella del club Lioness FC, en el municipio de Metepec, y está becada. Vive lejos del hogar, pero su semblante no muestra nostalgia alguna.
El futbol ayuda "a desquitarte, pero con el balón del machismo", dice Lili, quien porta la casaca de Lioness, que por atrás proclama: "What is life without goals" (Qué es la vida sin metas).
Recientemente tuvieron un encuentro con la Selección Nacional Femenina y los directivos "se fijaron en Lili, les gustó", asegura su entrenadora.
Cuando juega, dice esta guardameta que detiene sin flaquear los balones que le lanza su timonel, se siente "libre de todo"”.
“A partir de que una es consciente de quién es, de su cuerpo y potencialidad, el decir “tú no puedes tomar una pelota”, “eso te va a dejar estéril”, “las niñas bien no juegan con la pelota”, y al poder probar y decir “yo sí puedo”, “lo hago”, y ver como esta estructura es cultural y no biológica, es que se puede subir un peldaño más en condiciones de equidad de género”, cerró diciendo Daniela.
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